viernes, 5 de marzo de 2010

16. HOY NUESTRA PARROQUIA CUMPLE SIETE "AÑITOS"


     La Parroquia de Nuestra Señora del Rosario comenzó su andadura el 5 de marzo de 2.003 (miércoles de Ceniza de aquel año). Unos días más tarde (el domingo 16 de marzo) tomó posesión como párroco D. Gregorio Alameda Andrés en la Parroquia de S. Pedro de la Fuente. Hacemos nuestras -siete años después- las intenciones manifestadas aquel día por D. Gregorio: tener en el “centro de la nueva Parroquia a Cristo-eucaristía; la devoción tierna y filial a María como uno de los objetivos de la espiritualidad de los fieles de la misma; el cultivo esmerado de las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada ante la gran carencia actual de las mismas; la atención a las necesidades de los residentes en la nueva Parroquia y la vida de comunión a cultivar entre todos los fieles que la compondrán” (Libro de Crónicas, fol.9).
Que con la ayuda y aportación de cada uno sigamos construyendo una comunidad parroquial que pueda acoger, celebrar y vivir con alegría el evangelio de Jesús

Siete años de Parroquia y ¿por qué no al menos siete minutos de cada día de esta cuaresma para el encuentro con el Señor? Probemos a hacer hoy estos siete minutos acompañados de la canción de Ascoy
También podríamos acercarnos a las siete palabras (frases) de Jesús en la cruz durante los próximos siete días.

LAS SIETE PALABRAS
La palabra era la luz verdadera... vino a los suyos, y los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el poder de llegar a ser Hijos de Dios. (Jn 1, 9.11-12)

Ante Jesucristo crucificado no podemos quedarnos indiferentes... Desde la cruz, Jesucristo sigue llamándonos al encuentro con el Padre... y este encuentro es en el amor. Él nos abre los brazos para mostrarnos cuan grande es el amor de Dios y el odio de los hombres.
En este contexto de dolor y amor, Jesús pronuncia desde la cruz sus siete palabras, palabras que nacen del corazón mismo de Dios y del corazón mismo del hombre. Corazón herido pero compasivo que no quiere irse sin dejar su último testamento hasta que vuelva.
1.    Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen (Lc 23, 34)
Sin pensarlo casi, solemos pronunciar esta "primera palabra" de Jesús con un tono soberbio, como quien nunca ha pecado ni necesita perdón, suele ser nuestra excusa para decir: "que Dios te perdone... yo no"; sin saber que por esta suplica de Dios a Dios, nuestros pecados fueron perdonados.
Nosotros somos los que crucificamos a Jesús y lo hacemos día a día, con nuestras mentiras, hipocresías, faltas de amor, miradas altaneras y mil cosas más. Esta oración al Padre, no es para mi vecino, o para aquel que no trago en la comunidad, es para mi... porque no sé lo que hago.

2.    Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso (L. 23, 43)
No es cualquiera quien pronuncia como "segunda palabra", esta promesa, es el mismo Camino hacia el paraíso y la Puerta a la vida nueva, con autoridad puede darnos este mensaje de esperanza. Hasta el último momento Jesús se preocupa por aquellos excluidos y marginados de la sociedad.
A nosotros no nos es debido contradecir la Palabra de Dios, debemos velar por darle cumplimiento, por allanarle el camino. Pero por lo general hacemos lo contrario, en lugar de abrir las puertas del paraíso, se las cerramos en la cara a aquellos a quienes Jesús mismo invitó y llamó.  
Ojalá seamos nosotros y nuestra comunidad los destinatarios de este mensaje esperanzador del Maestro, porque para la conversión, para volver la vista hacia Dios... nunca es tarde.

3.    Mujer, ahí tienes a tu hijo... ahí tienes a tu Madre. (Jn 19, 26-27)
El discípulo amado soportó la cruz, vio a su maestro y amigo sufriendo y muriendo, por eso Jesús lo recompensó encomendándole a María.
Hace ya 2000 años que Jesús entregó a su madre a todos los hombres en la persona de Juan, y ella sigue acompañándonos. Acompaña a los pueblos haciéndose uno de nosotros y viniendo a nuestra casa.Sólo algunos de los nombres que nuestro pueblo da a María cada vez que Jesús nos dice: "Pueblo, aquí tienes a tu madre".

4.    Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? (Mt 27, 46)
Esta "cuarta palabra" pronunciada por el Dios crucificado es, más que un reproche hacia Dios, la oración del justo que sufre y espera en Dios (salmo 22); Jesús, en lugar de desesperar y olvidarse de Dios, clama al Padre pues confía en que él lo escucha, pero Dios no responde.
Cuantas veces en nuestras vidas hemos sentido el abandono de Dios. ¿Por qué a mí? ¿Por qué ahora? ¿Qué hice Señor? Preguntas y preguntas como la de Cristo que encuentran como respuesta el silencio de Dios. Por lo general, es la mejor respuesta que nos puede dar, pero no lo entenderemos hasta que sepamos que del silencio brota la resurrección.

5.    Tengo sed. (Jn. 19, 28)
Esta "quinta palabra" es lo más corto que Jesús gritó desde la cruz, pero una de las cosas más humanas y más profundas.
La sed es algo profundamente humano y natural, tan necesario para conservar la vida tanto casi como la misma existencia de Dios que nos conserva; pero la sed de Cristo es mucho más profunda no puede ser calmada sólo con agua, es la sed de que todos sus hermanos puedan tener agua y comida suficiente... es la sed de los pobres de ayer, de hoy y de siempre.

6.    Todo está cumplido. (Jn. 19, 30)
Su débil y cansada mente repasa todo el abanico de profecías que sobre Él se habían hecho. Comprueba que no queda nada por cumplir. Y sobre el espíritu de Jesús desciende la paz. Puede ya volverse serenamente hacia su Padre, cuya sensación de lejanía parece definitivamente superada.
Su muerte es la cima de la realización de la voluntad del Padre. Para eso había venido al mundo. ¡Lo había dicho tantas veces...! "Yo no busco mi voluntad, sino la de Aquel que me ha enviado" (Jn 5, 30). "Mi alimento es hacer su voluntad y llevar a cabo su obra..." (Jn 4, 34).

7.    Padre, en tus manos pongo mi espíritu (Lc 23, 46)
Esta "última palabra" del Emmanuel parece unir la encarnación con la pasión, parece repetir el "fiat" de María: "Hágase en mi según tu Palabra" (cf. Lc 1, 38) ¿Será porque en la Madre y en el Hijo hay un mismo sentimiento de entrega y confianza en Dios?
Nosotros debemos intentar que cada día de nuestras vidas esté en las manos del Padre. Lamentablemente en nuestro tiempo esto parece volverse imposible. Hoy parece que vivimos como si Dios no existiera, o por lo menos como si no tuviera influencia en nuestras vidas, hemos tomado solos las riendas de nuestras vidas y nos ha ido bastante mal pues no hemos puesto nuestro espíritu en las manos del Padre.

Siete palabras del Corazón de Cristo, siete palabras que nosotros estamos llamados a pronunciar desde nuestra vida y nuestra cruz, porque son el camino hacia la Vida Nueva... porque son el camino hacia la Pascua.

EN FIN: hagamosle un “siete” a nuestra mediocridad mientras nos preparamos para vivir la Pascua



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